Duelo

 Hoy os iba a hablar de la lana, pero he decidido dejarlo para el próximo post y hablaros del Duelo.

Durante esta pandemia todos hemos vivido momentos de incertidumbre.

Pero en realidad todos en mayor o menor medida hemos pasado por un duelo durante nuestras vidas, quedarse sin trabajo, perder un amigo o novio. No necesariamente tiene que morir alguien para pasar por un duelo.

Nuestra sociedad detesta la tristeza.

Nos hace creer que ser fuertes es no llorar. Reponerse pronto de una pérdida y seguir adelante. Pero eso solo hace que enmascarar uno de los sentimientos más potentes y sanadores que albergamos en nuestro interior.

La tristeza nos ayuda a perdonar, la tristeza nos ayuda a sanar.

La tristeza nos cambia.

Los duelos nos cambian. Hacen que miremos en nuestro interior, que nos replanteemos muchas cosas que hicimos en el pasado y que no nos juzguemos por esos errores o aciertos. Las lágrimas nos limpian por dentro e intentar retenerlas crea al final resistencias en nuestro cuerpo.

En la sociedad que vivimos donde predomina el ya, el ahora, o el: lo necesitaba para ayer. La mayor droga vendida son los ansiolíticos y antidepresivos, creando una realidad paralela para esa persona. Que si no trata el problema de fondo, se convierte un adicto a esas sustancias para poder seguir adelante con su vida.

Una sociedad donde prima la capacidad de hacer sobreesfuerzos, una sociedad donde la salud mental aún se estigmatiza. (¡El trabajo es salud!, ¡El trabajo dignifica!). A los milenial nos llaman la generación de cristal. Pero el mundo que nos han dejado nuestros padres no es lo que ellos recibieron de nuestros abuelos. No hemos vivido guerras, pero si la globalización, la llegada de internet y las redes sociales (y todas la inseguridades que causan), una crisis económica cuando nos tocaba salir al mercado laboral, la precarización del trabajo (contratos temporales que no te permiten estabilidad, con 30 años no te puedes permitir irte de casa) y para colmo una pandemia.

Porfavor, permitámonos sentirnos tristes, autocuidarnos en esos momentos y dejar hablar a nuestro cuerpo que es quien nos tiene que acompañar toda la vida. Escuchar los sentimientos que nos invaden para entender de donde vienen y dejarlos fluir para que no se conviertan en nuestros peores enemigos.

Cada uno tiene su manera, a cada uno le lleva un tiempo diferente, no invalidemos ningún proceso.

Gracias por estar al otro lado.

P.D Entiendo que este tipo de contenido no es el esperado en este blog. Sentiros con la libertad de decirme que os gustaría leer, o lo que no.



Comentarios